Primero que nada,
el aula debe estar limpia y ordenada, que no se presentan interrupciones por
falta de partes fundamentales que un salón de clases debe tener. Segundo, el
maestro tiene que ser un individuo cálido y apacible que tenga un grado de
pedagogía en su haber y que jamás avergüence a los estudiantes por sus errores.
Tercero, las asignaciones o tareas deben representar siempre un reto, pero
alcanzable para el nivel del infante, si es demasiado sencillo o difícil, los
estudiantes tendrán poca motivación para aprender y se concentraran en terminar
más que en el aprendizaje.
Una vez que estén
cubiertas estas condiciones básicas, lo demás se resume en unas tres preguntas
claves que son:
Puede hacer con
éxito lo que se ha asignado? Quiero poseerlo? Que necesito para conseguirlo?
Con esto se quiere que el estudiante confíe en sus destrezas para que se
acerque a un aprendizaje con entusiasmo y energía. Que el alumno reconozca que
hay un valor en las tareas asignadas y que trabaje para aprender en lugar de
buscar solo buenas notas o finalizar la tarea asignada.
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